No todos los trabajos requieren una revisión en la prensa. Si las pruebas intermedias han sido satisfactorias y el trabajo no implica efectos exóticos de tinta, no debería ser necesaria una nueva comprobación. Debería bastar la profesionalidad de la imprenta para garantizar que el producto impreso guardará la concordancia debida con lo que las pruebas han indicado que debe ser el producto final.

Puede haber, sin embargo, algunas razones que hagan que deba verificarse la calidad del producto impreso antes de proceder a la realización de toda la tirada. Bien sea por la inquietud, bien por el deseo de garantizar un resultado final de alta calidad, puede ser que el cliente desee acercarse a la prensa para ver qué tal va saliendo todo.

Esta faena de chequeo de lo impreso puede realizarse a cualquier hora de la mañana o de la noche. Las imprentas de un tamaño mediano acostumbran a trabajar durante las 24 horas y, aunque las faenas acostumbran a programarse para evitar que el cliente o el diseñador deban intervenir en horarios “extraños” o “inhabituales”, cualquier problema en la prensa en cualquiera de las faenas programadas puede hacer que la programación varíe de manera más o menos sustancial.

En esta revisión a pie de prensa, los aspectos que hay que tener en cuenta son:

  • Que el pliego de prensa coincide con el pliego de las pruebas. Esa coincidencia debe afectar a imágenes, texto, color y otros contenidos.
  • Comprobar que no hay defectos en los procesos de registro, color y cobertura de la tinta. Hay que buscar manchas y que el texto (sobre todo el pequeño y en blanco) sobre colores o imágenes queda bien perfilado, sin que la imagen o el fondo lo invadan.
  • Si hay imágenes que cruzan u ocupan varias páginas o elementos que se repiten en varias páginas con el mismo color, hay que comprobar la consistencia de dicho color. Hay que evitar que el mismo color aparezca más apagado o vivo dependiendo de la página en que está ubicado. El mismo color debe verse igual en todas las páginas en las que esté emplazado.

Cuando se habla de color y de cómo está quedando impreso, hay que tener en cuenta que siempre pueden realizarse ajustes menores en la prensa, pero hay que prever que, posiblemente, haya problemas de una envergadura tal que no puedan ser solucionados si no es mediante la realización de un segundo golpe de color.

  • Comportamiento bursátil. Hay que prestar mucha atención a cómo está reaccionando el papel ante el hecho fundamentalmente físico de la impresión. Que no se produzcan dobleces. Que la tinta no traspase al dorso de lo impreso. Que no aparezcan arrugas finas. Que no queden zonas sin imprimir.
  • Suciedades y arañazos. Al observar las hojas impresas hay que prestar especial atención al hecho de que puedan aparecer halos blancos en zonas de color. Estos halos pueden ser creados por la presencia de alguna partícula extraña pegada a la plancha o a la manta. Cuando era habitual realizar el montaje de fotolitos sobre astralones, estos halos blancos podían producirse, por ejemplo, por la simple presencia de un trozo de celo entre el fotolito y el astralón.

Ciertamente, la detención de una prensa y los malabarismos implícitos en cualquier corrección que deba hacerse es una tarea que se plantea especialmente engorrosa y desagradable. Pero es, qué duda cabe, una tarea necesaria. Renunciar a ella puede suponer la reimpresión final de todo el trabajo. Y eso, claro está, cuesta dinero.

En cada fase del proceso, tanto en la fase de diseño como en cada una de las comprobaciones de pruebas, puede producirse un error que haga que las cosas se tuerzan. Las posibilidades son muy amplias. Mientras se está centrado en colocar de manera adecuada un título en portada puede obviarse un error tipográfico en la última página. Mientras se reemplaza una fotografía por una cuestión relacionada con el color, se puede errar en el posicionamiento de la misma. Pequeños errores pueden conducir a problemas costosos. Y eso siempre hay que tenerlo presente, antes y durante el proceso de impresión.