Todo publicista lo sabe: el packaging es fundamental a la hora de colocar un producto en el mercado. Si queremos que nuestro producto se vea, si queremos llamar la atención, debemos ser cuidadosos a la hora de diseñar el packaging de nuestro producto y buscar, ante todo, que sea atractivo. Al fin y al cabo, él es el último intermediario que existe entre nosotros y los consumidores. En este artículo vamos a darte una serie de consejos básicos que deben tenerse en cuenta a la hora de diseñar un buen packaging.
El packaging debe ser funcional
Lo primero que debe tenerse en cuenta a la hora de diseñar un packaging es que éste sea funcional. Esto, que parece obvio, no siempre se da. En algunas ocasiones los diseñadores, buscando ante todo llamar la atención del consumidor, se olvidan de que lo que están diseñando debe, ante todo, cumplir una función. Eso es un gran error, pues dificulta la fidelización del cliente. Éste, al comprobar la falta de funcionalidad del embalaje del producto, puede decidir fácilmente no volver a comprar dicho producto.
Hablar de la funcionalidad de un packaging implica hacer referencia a su calidad. El embalaje de un producto debe ser resistente y debe servir (pues ésa es una de sus funciones capitales) para proteger ese producto. Los embalajes que se presentan dañados ante el consumidor alejan a éste de la decisión de compra.
Para conseguir que un embalaje sea funcional se debe acertar a la hora de escoger el material del envase. Dicho material debe servir para conservar y proteger correctamente el producto que contenga. Esto, que es muy importante con cualquier tipo de producto, se hace capital cuando el producto para el que se debe diseñar el envase es un producto alimenticio. Los productos alimenticios deben estar especialmente protegidos y quien diseñe un packaging para ellos debe tener ese principio grabado a fuego.
Atracción visual
Como hemos indicado anteriormente, el conseguir que el packaging sea atractivo visualmente es uno de los objetivos fundamentales de su diseño. Ello permitirá que el producto llame la atención del consumidor cuando, por ejemplo, esté colocado en los estantes de una gran superficie junto a varios productos de otras marcas y similares a él. Para conseguir que el embalaje de un producto sea atractivo visualmente debe recurrirse a recursos como el de utilizar grandes letras, colores llamativos, dibujos, un buen eslogan…
A la hora de diseñar el embalaje de un producto hay que tener en cuenta que el color o colores que se utilicen en el mismo desempeñan un rol fundamental. Cada color tiene la capacidad de generar una serie de sensaciones en las personas que los miran. Así, por ejemplo, la combinación del negro con dorados y plateados se asocia, en el mundo de la alimentación, a productos gourmet.
Información y comunicación
Diseñar un buen packaging implica, también, proporcionar la información necesaria para que nuestro consumidor sepa qué es lo que tiene exactamente entre manos cuando coge n nuestro producto. La composición y la forma de usar el producto en cuestión son dos informaciones que no deberían faltar en un buen packaging. Muy probablemente, ante dos productos similares tanto en sus características generales como en su precio, el consumidor optará por aquél que le proporcione en su embalaje una mejor información. El consumidor, con toda seguridad, se sentirá más seguro comprando el producto que más y mejor información le dé.
Una de las informaciones que se debe intentar transmitir con el embalaje de un producto es algo intangible pero absolutamente capital: los valores de la marca. Toda marca de prestigio debe acabar construyendo una imagen mental en la mentalidad del consumidor. El consumidor, al pensar en esa marca, debe pensar en una serie de valores o características que individualizan a la marca. Esos valores deben reflejarse de alguna manera en el diseño del packaging.
Todo buen diseñador sabe que el packaging debe ser considerado, por sí mismo, un medio de comunicación. Aprovechar el packaging de un producto para promocionar otros productos de la marca puede ser una buena manera de atraer al cliente hacia esos otros productos. En este sentido hay que resaltar que los flyers de descuento incluidos en el packaging suelen dar buenos resultados.
Valores añadidos
Quien desee diseñar un buen embalaje para un producto debe intentar aportar un valor añadido a su envase. Dicho valor añadido servirá para individualizar al producto y hacerlo diferente a los demás. Un sistema de cierre especial y útil, por ejemplo, podría servir para aportar al packaging ese valor añadido del que hablamos.
Otra forma de aportar valor añadido al embalaje de un producto consistiría en buscar la manera de que el embalaje pudiera tener un doble uso. El ejemplo prototípico que suele emplearse en el mundo publicitario cuando se hace referencia a esto es el de las tradicionales latas de ColaCao. ¿Cuántas familias no han utilizado esas latas, una vez acabado el producto original que contenían, para guardar otros alimentos de cocina, botones, fotos, cromos, etc.? Lo que ColaCao hacía al utilizar esas latas para embalar su producto era, precisamente, dar un valor añadido a su packaging.
En tiempos en los que la preocupación por el medio ambiente se está convirtiendo, por fortuna, en una preocupación más extendida socialmente, una buena manera de aportar un valor añadido al packaging de un producto es utilizar materiales naturales y ecológicos a la hora de fabricar el envase de un producto. El uso del cartón reciclado o del papel kraft, por ejemplo, puede servir para dar ese valor añadido a nuestro packaging. Gracias a su uso, nuestra marca será vista por el consumidor como una marca comprometida con la defensa del medio ambiente. En nuestro artículo “¿Cómo conseguir un packaging ecológico?” damos una serie de consejos básicos para conseguir dicho embalaje.
Una vez tenidos en cuenta todos los consejos para realizar un buen embalaje que hemos reunido en este artículo solo faltará una cosa: buscar un buen impresor que plasme perfectamente aquello que se ha diseñado.